Cirugía plástica: una historia de transformación y vida
Primera parte
La naturaleza esencial del ser humano implica la búsqueda de la plenitud mediante el perfeccionamiento de si mismo. Desde sus inicios, el hombre ha buscado superar obstáculos y mejorar su vida en todas las esferas: biológica, psicológica y social. Al luchar por preservar, restaurar y mejorar la forma y la función, la cirugía plástica es, sin lugar a dudas, una de las más antiguas artes curativas de la humanidad.
Los orígenes de la cirugía plástica se pierden en los albores de la historia, sin embargo, los antiguos egipcios nos aportan las primeras pistas. Existe evidencia de procedimientos quirúrgicos empleados para la reconstrucción de heridas faciales hace alrededor de 4,000 años. El papiro de Edwin Smith, el documento médico más antiguo que ha llegado hasta nuestros días, fue escrito entre 3,000 y 2,500 años antes nuestra era y en el se detallan los casos de 48 pacientes, todos ellos de naturaleza quirúrgica, entre los que incluyen heridas, fracturas, dislocaciones, úlceras, abscesos y tumores. Tres de los casos describen procedimientos para reparar fracturas de nariz y otros refieren la forma de tratar lesiones en el cuello, extremidades superiores, tórax y columna vertebral.
Otra de las grandes civilizaciones donde se produjo un avance espectacular en la cirugía plástica fue la India. En el siglo VII a.C., era una práctica muy popular el amputar la nariz o las orejas para castigar a los adúlteros, los criminales o a los vencidos en las guerras. Sushruta, el más notable de los cirujanos de su época, ideó un ingenioso método reconstruir la nariz: con la piel de la frente realizaba un colgajo que giraba y suturaba al resto de la nariz existente. Cuando esta piel se había integrado adecuadamente su nuevo lecho, seccionaba el pedículo y devolvía el excedente a su lugar de origen (fig. 1). Por increíble que parezca, dicho procedimiento, originado hace 2,800 años, continúa siendo utilizado en la actualidad -con mínimas variaciones- por los cirujanos plásticos de todo el mundo.
Fig. 1. Colgajo Indio
Estos conocimientos fueron traducidos al árabe, siendo adoptados por algunos de los grandes médicos del medio oriente como Avcena y Abulcasis, y posteriormente fueron transmitidos a Grecia e Italia.
En el siglo I de nuestra era, Celso, en su libro "De Re Medica" escribe sobre el transplante de tejidos. Un siglo más tarde, Galeno de Pérgamo, como consta en uno de sus más de 600 tratados, “Corpus Medicorum Graecorum”, detalla instrucciones precisas para la reconstrucción de los defectos de la cara, así como de la forma en que debían abordarse las múltiples heridas que sufrían los gladiadores –aquellos pocos que lograban sobrevivir-.
Con la caída del Imperio Romano Occidente y el advenimiento de la Edad Media, la humanidad caería en un largo período de oscurantismo, en el que los avances en todas las ramas de la ciencia se detendrían casi por completo. El Papa Inocencio III, en 1215 proclama la “bula de la sangre”, en la cual prohibía terminantemente a los médicos la práctica de la cirugía así como la disección de cadáveres, por considerarlos actos barbáricos que profanaban el cuerpo humano.
No es sino hasta el Renacimiento que se presenta una nueva era de avances en el campo de la cirugía plástica. Gaspare Tagliacozzi (fig. 2), célebre cirujano italiano nacido en Boloña, publica en 1597 su obra De Curtorum Chirurgia per Insitionem Libri Duo, donde describe un curioso método para reconstruir la nariz mediante un colgajo de piel del brazo. En dicho libro, Tagliacozzi describe el actuar del cirujano plástico: “Nosotros restauramos, reparamos y volvemos a hacer aquellas partes del cuerpo que la naturaleza dio pero que el infortunio ha quitado, a veces no tanto como para deleitar la vista, pero sí lo suficiente como para elevar el espíritu y ayudar a la mente del afligido.”
Fig. 2 Gaspare Tagliacozzi
Tagliacozzi, quien destacó también en la reconstrucción de pacientes con defectos congénitos, y es considerado por muchos como el padre de la cirugía plástica, fue condenado por la Iglesia por suponer que su trabajo interfería con la creación de Dios. Atribuían sus éxitos a la gracia de Satanás. Su cuerpo fue exhumado y sepultado en suelo no consagrado y su obra cayó casi en el olvido hasta el siglo XVIII.
“Sólo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y no estoy muy seguro de la primera”.
-Albert Einstein
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